Mi camino comenzó con el pincel en la mano, cuando la pintura se volvió mi refugio, mi espejo y mi impulso vital, ese primer lenguaje que me permitió dialogar con lo invisible. Desde ahí, y sostenida por una búsqueda vital profunda, fui reconociendo en el arte una vía para habitar la verdad interna, explorar lo que duele, lo que pulsa, lo que quiere nacer. El arte fue el fondo, y desde ese fondo me formé para acompañar a otres en sus propios procesos.

La formación en Arteterapia Gestalt en Hephaisto Barcelona me brindó un encuadre sólido, ético y vivencial, que potenció cualidades que ya vivían en mí: la sensibilidad, la intuición, el vínculo con lo sagrado, con mis ancestros, con la tierra y la tribu. Acompañar hoy es para mí un acto de compromiso y creación. Lo hago desde mi verdad como pintora, con pasión por el proceso, con la humildad de quien también transita.

Fondo es el espacio que nace de esta integración: un lugar para detenerte, crear y mirar. Aquí trabajo procesos de forma individual, grupal, a través de talleres vivenciales y también colaborando con instituciones. Cada propuesta se adapta a quienes la necesitan, creando experiencias de arteterapia a medida, donde cada persona pueda explorar su mundo interno a través de la creación, en contacto con su cuerpo, su historia y su presente.

Acompaño desde el respeto por el ritmo de cada quien, con apertura a lo que surja, con disponibilidad a crear nuevas formas, a tejer redes, a inventar modos que respondan con honestidad al momento que vivimos. Porque lo que está adentro también es afuera, y desde ahí es que creamos y nos transformamos.

Fondo remite al lugar profundo, al origen. Es donde habita lo que no siempre se ve, pero sostiene. Es el espacio simbólico de la imagen interna, de la llama bajo el agua, del color que aún no ha emergido. En Gestalt, el “fondo” también se contrapone a la “figura”: lo que aún no toma forma pero está presente, esperando ser visto.